Ya no hago solo lo que quiero, ni lo que "me nace"

En estas últimas semanas, en estos últimos meses, he ido comprendiendo, poco a poco, cómo es que lo importante no es hacer lo que a mi "me nace", ni ser espontáneo. Si siempre hiciera lo que yo quiero, seguramente ningún día de la semana me levantaría temprano, seguramente muchos de ustedes no irían a trabajar...
¿Por qué hacemos estas cosas entonces?
Me pesaba mucho sentir que había que hacer estas cosas por obligación. No me gustaba pensar en seguir las reglas, en respetar las normas. Me cargaba sentir que, por ejemplo, hay que ir a misa porque es mi deber cristiano. Prefería pensar, que era más grato a los ojos de Dios que lo hiciera “cuando a mi me nacía, cuando tenia deseos”.
Ahora me da un poco de vergüenza ese antiguo pensamiento.
Detrás de cada obligación está Cristo. Detrás de cada deber hay amor y entrega.

¿Por qué tenemos que ir a misa cada domingo? ¿Qué nos mueve? Es una dulce obligación, que nace de querer responder al amor que Dios tiene por cada uno de nosotros.
¿Por qué cada día nos levantamos temprano y vamos a trabajar? ¿Qué nos mueve? Es un deber, que cumplimos con amor y por amor, pensando en nuestra familia, en hacer ese pequeño sacrificio por los que amamos… Los creyentes le ofrecemos, también, nuestras horas de trabajo y nuestros esfuerzos al Señor.
¿Hay amor más grande que hacer algo que requiere un esfuerzo de nuestra voluntad, cada día?
¿Hay amor más grande que dar, cada hora de nuestro trabajo y de nuestro día a los que amamos?
¿Hay mayor amor que el de un niño que ayuda con las cosas de casa a su mamá?

¿Qué de especial hay en hacer sólo lo que no requiere esfuerzos, lo que “nos nace espontáneamente”?

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He estado un tanto entrampada en mis miedos, en mis inseguridades… pero Mi Señor quiso que a mi lado estuviese, en esta hora, el amor de mi vida.
Germán tomó mi mano, y me llevó a enfrentar esos miedos… nuestro escudo de protección es el amor.
Como si no estuviese tapado de pega (igual que todos por el fin de año), se ocupó de buscar las direcciones de cada colegio particular de Concepción, averiguó también los normes de los directores; escribió uno a uno los sobres (a mano); me ayudó a redactar una "carta de presentación" que adecuamos a cada colegio, llevó mi currículum (con la carta de presentación en su sobre gigante) al correo y pagó un extra para que llegaran más rápido. Luego, hizo una ruta de recorrido… entonces yo viajé a Concepción y tomada de su mano... fuimos a unos 10 colegios! en un solo día!.
Perdón si me equivoco, pero creo que…En mi vida, en toda mi vida nadie había hecho tanto por mi… no sé si alguna vez había visto a alguien hacer un acto de amor así, tan sencillo en apariencia, pero tan revelador… Me emociono de nuevo al revivirlo en mi memoria, me emociono hasta los huesos…
Es la emoción de sentirme tan amada por Dios la que me mueve. Es la emoción de sentirme tan amada por Germán lo que me mueve a agradecerle a Dios, por todas esas bendiciones… y todo esto mezclado, es lo que me hace levantarme cada día y sonreírle a cada nuevo día, con sus deberes y obligaciones.

¡CONTENTA SEÑOR, CONTENTA!
¡Alabado sea Jesucristo Nuestro Señor y su Santísima Madre!