Muchas veces me ha sucedido, que me he preguntado
:¿Por qué a esos “piratas”, que todo lo hacen con trampas, les va tan bien?
¿Por qué, si yo hago todo con buenas intenciones y sin trampas, me sale todo mal?
¿Por qué me ha tocado esta prueba tan dura, si soy una buena persona?
Quiero compartir con ustedes un texto que, además de ser hermoso, me ha hecho reflexionar, me ha ayudado… en muchas circunstancias duras. Cada vez que lo leo llega más profundo en mi alma. Espero les ayude a ustedes también.
Me gusta pensar que no es Dios quien nos pone pruebas. Creo que somos nosotros los que, al dejarnos llevar por nuestra naturaleza humana, nos equivocamos y nos alejamos de Dios... sufriendo. Creo que es “el mete pata” el que se aprovecha de nuestras debilidades poniéndonos duras pruebas, con la intención de alejarnos de Dios. Y que Nuestro Padre, en su infinita sabiduría, aprovecha estas circunstancias para hacernos crecer, para fortalecernos en el espíritu, para transformarnos, para entrenarnos.... Bueno el texto lo explica mejor que yo
: “Consideren que es de gran alegría, mis hermanos, cuando pasan por diversas pruebas, sabiendo que la prueba de su fe produce como fruto la paciencia. Pero es preciso que la paciencia efectúe su obra, a fin de ser perfectos e íntegros.” Stgo. 1, 2-3
La Templanza
“Un herrero, después de una juventud llena de excesos, decidió entregar su alma a Dios. Paso entonces, ha trabajar con ahínco, a practicar la caridad, pero, a pesar de toda su dedicación, nada parecía salir bien en su vida. Al contrario, sus problemas y deudas se acumulaban cada vez más.Una tarde un viejo amigo, que se compadecía de su difícil situación, comentó con él: --Es realmente extraño que, justamente después de usted volverse un hombre temeroso de Dios, su vida haya empeorado, Yo no deseo enflaquecer su fe, pero a pesar de su creencia espiritual, nada ha mejorado en su vida--. El herrero ya había pensado en eso muchas veces, sin entender lo que sucedía en su vida. Pero, creía en una cosa, e intentó explicársela a su amigo: --Yo recibo en esta oficina, el acero aún no trabajado y necesito transformarlo en espadas. Primero, caliento la chapa de acero al rojo. En seguida, sin piedad, tomo el martillo más pesado y le doy varios golpes hasta que adquiera la forma deseada. Después, lo hundo en una tina de agua fría y la oficina se llena de vapor, mientras la pieza estalla y grita por causa del súbito cambio de temperatura, tengo que repetir ese proceso hasta conseguir la espada perfecta. Una vez apenas, no es suficiente.-- El herrero hizo una larga pausa y continuó: --A veces, el acero que llega a mis manos, no consigue aguantar ese tratamiento. El calor, los martillazos y el agua fría, terminan por llenarlo de grietas. Yo sé que jamás se transformará en una buena lámina de espada. Entonces, simplemente lo coloco en el montó
n de fierro viejo que usted vio a la entrada de la oficina--. Una vez más el herrero hizo una pausa y concluyó: --Sé que Dios está colocándome en el fuego de las aflicciones. He aceptado los martillazos de la vida y, a veces, me siento tan frío e insensible como el agua que hace sufrir el acero. Pero la única cosa que pido, es que Dios no desista hasta que yo consiga tomar la forma que el Señor espera de mí. Que Él intente de la manera que encuentre mejor, pero que nunca me coloque en el montón de fierro viejo de las almas--.”